In Extenso (PAN BOLIVIA)Por: Mario Daza Castellón.- Datos del museo de Potosí, revelan que antes de la llegada de los Conquistadores, en toda la geografía de los andes reinaba el Imperio Incaico, sus dominios se establecieron en todo lo que fue el Tahuantinsuyo, que va desde la actual Colombia hasta el Norte argentino.
Para conocer el origen del mitayo, es preciso remontarnos en el tiempo y dar una breve referencia y curiosa mirada al Imperio Incaico, que es donde se origina la Mita, y por consecuencia el mitayo.
Es necesario conocer la organización social del Imperio Incaico, la cual estaba dividida en dos estratos muy importantes; la Nobleza (clase dominante o privilegiada) y la clase dominada, que estaba compuesta por varios sub estratos.
La Nobleza, estaba compuesta por: La Realeza, clase divina que dominaba el Imperio al mando del Inca considerado hijo del Sol, la Coya esposa principal del inca y el Auqui príncipe heredero o sucesor del Inca.
La Nobleza de Sangre, compuesta por la familia de sangre real, llamadas panacas, poseían las mejores tierras.
La Nobleza de Privilegio, compuesta por los hatuncuracas y amautas, que eran elegidos por recompensa de sus servicios al imperio o por ser los más sobresalientes, jefes políticos y administrativos de los ayllus, quiénes organizaban las tareas agrícolas y hacían la veces de jueces y consejeros, administraban los bienes, la mita, los rituales y ceremonias.
La Clase Dominada estaba compuesta por: Los Hatunrunas, su nombre significa hombre grande, eran pescadores, pastores, artesanos, y agricultores, quienes cultivaban sus propias tierras y al mismo tiempo debían trabajar gratuitamente las de los nobles a modo de tributo.
Los Mitimaes, eran ayllus migrantes obligados, extraídos de sus comunidades por autoridades del Imperio Inca y trasladados a pueblos conquistados o viceversa para cumplir funciones económicas, sociales, culturales y políticas, también debían cumplir con el tributo al Curaca.
Los Yanaconas, servidores perpetuos del inca, eran siervos, hombres y mujeres respectivamente. Tenían a su cargo el cuidado del ganado de los nobles, la pesca y estaban dedicados a la alfarería y la construcción. Esta condición de servidumbre era heredada a sus hijos.
Los Piñacunas o Piñas, esclavos de cocales en la selva, conformados por prisioneros de guerra y por ser rebeldes al imperio incaico, estaban destinados al cuidado de los cocales en zonas insalubres, en condiciones muy duras.
Los hatunrunas, mitimaes y yanaconas, estaban organizados en Ayllus, pagaban tributo con un sistema de turnos de trabajo llamado MITA.
La Mita era un sistema de trabajo obligatorio por turnos, como forma de pagar impuestos, cada año los mitayos destinaban algunos meses a trabajar para el Imperio, ya fuera en las minas, en el ejército, en las construcciones y otros.
CULTURA DEL IMPERIO
La Cultura del Imperio Incaico fue muy notable, sus actividades estaban también ligadas a su estatus de jerarquía, es decir:
La Nobleza estaba compuesta por los incas, amautas y guerreros, se ocupaban de la administración y el control de las actividades del pueblo o clase dominada.
Contaban con establecimientos educativos llamados “yachayhuasis” donde se impartía el conocimiento por medio de los amautas, esta educación estaba dirigida solo para la clase noble.
Esta elite social, tenía un profundo conocimiento astronómico, mediante el cual se guiaban para poder aprovechar de la mejor manera las bondades de la naturaleza, este conocimiento era considerado como un dialogo con los dioses, por lo cual ellos se consideraban hijos del sol y el pueblo lo asimilaba de la misma manera venerándolos como divinidades.
La administración del incario se llevaba a cabo mediante un sistema de tejido en base a nudos de colores llamado “quipu”, esto lo realizaban los quipucamayoc, que eran preparados desde niños para la interpretación de los quipus.
El estado era controlado por un orden militar, que estaba compuesto de los mejores guerreros o soldados, que eran escogidos de la clase dominada por mérito y competencia en un ritual llamado warachicuy.
La arquitectura de la clase noble alcanzó niveles muy notables, si bien la clase dominada fue la que labró la piedra y puso toda la mano de obra, el diseño y dirección de obras estaba a cargo de la elite noble.
El pueblo o clase dominada conformado por hatunrunas, mitimaes, yanaconas, etc., solo era capacitado para diferentes labores de producción, como ser: el cultivo de la tierra, la crianza de animales, la minería y la artesanía. Este aprendizaje se impartía de generación en generación, de padre a hijo.
El sofisticado manejo y aprovechamiento del agua, junto a su adelantado conocimiento de la influencia planetaria sobre la tierra con sus diferentes estaciones, permitieron que los incas desarrollaran un sistema de agricultura muy importante, como ser la construcción de terrazas de cultivo. Los productos más importantes entre otros fueron el maíz y la papa.
La domesticación de algunos animales, sobre todo de llamas, alpacas, guanacos y vicuñas, fue muy importante, porque no solo era una fuente alimenticia, sino también un recurso para la elaboración de textiles con su lana, artículos de cuero, el excremento empleado como combustible y por último les servía como medio de transporte y carga.
En cuanto a la artesanía fueron muy hábiles, desarrollaron y dominaron el arte de la cerámica, la textilería, el tallado de la piedra, madera y también la metalurgia, elaborando no solamente objetos utilitarios y musicales, sino también, objetos de culto para sus diferentes rituales, que hasta hoy nos sorprenden.
ORGANIZACIÓN SOCIAL
Si bien el imperio incaico tenía un cierto régimen militar, su organización era de carácter socialista, ellos tenían muchas costumbres ligadas a mantener la unión de la comunidad y practicaban los principios de reciprocidad y complementariedad.
El ayni, era una costumbre de trabajo entre dos personas o dos ayllus (familias), que consistía en recibir jornadas de esfuerzo y trabajo del otro, para devolverlas de la misma manera cuando el otro lo necesite, basándose en el principio de reciprocidad.
Otra costumbre laboral era la minka, que eran faenas colectivas para trabajos de construcciones de casas, arreglo de sistemas de agua, cosechas, construcción de caminos etc. a cambio de algo (chicha y alimento) que ofrecía el beneficiario.
Muy al margen de esto, el inca también instauró una serie de servicios permanentes para el mantenimiento de las wacas (lugares sagrados), las casas de la nobleza, caminos, acueductos, cultivo de las tierras de los nobles, trabajo en las minas, etc. que se debían realizar obligatoriamente por los ayllus de la clase dominada mediante turnos de trabajo, esto se denominaba “la mita”.
Este servicio era parte de un tributo que debía pagar la clase dominada a la elite incaica, que no solo se podía pagar con tiempo y esfuerzo, también se podía pagar con productos agrícolas, ganado, textiles, cerámica y otro de acuerdo a su vocación de trabajo.
Muchas veces los ayllus entregaban hombres para los ejércitos del inca y mujeres para su servicio, las cuales eran escogidas y capacitadas en lo que llamaban acllawuasis, donde eran preparadas incluso para ser escogidas como esposas de la clase dominante.
Otra institución complementaria a este servicio era la mitma, que consistía en el traslado obligado de una porción de población con el objetivo de cumplir determinadas tareas o trabajos, o simplemente poblar otras regiones y proteger fronteras.
LA CONQUISTA
El 3 de agosto de 1492, salió del puerto de Palos con rumbo al sud oeste, la expedición europea a la cabeza de Cristóbal Colón, arribando el 12 de octubre del mismo año a la Isla Guanahaní. Colón regresó a España, mostrando algo de flora, fauna y nativos que había encontrado en esas nuevas tierras y realizó tres viajes más con el apoyo de la corona española.
Los reyes Fernando e Isabel, se apresuraron en legalizar la posesión de las nuevas tierras encontradas, solicitando al Papa Alejandro VI, les conceda “a perpetuidad para ellos y sus descendientes” estas tierras.
La religión tuvo un papel importante en la conquista, se impuso un solo Dios a un pueblo politeísta, implantando la cruz y la imagen de la Virgen María. La religión católica se impuso en América, pero no eliminó por completo las tradiciones indígenas que perduraron en cada cultura.
Por un lado el imperio español se auto designó como “defensor del catolicismo” y por otro lado, el afán de enriquecimiento llevó a muchos aventureros a exponer sus vidas a cambio del derecho propietario sobre las tierras conquistadas, dotando a la corona de sólo el quinto real. Este aspecto dio a la conquista un sentido de individualidad frente a la concepción colectivista y comunitaria de los americanos.
La conformación social vertical del incanato fue su fortaleza y su propia debilidad, ellos concebían al emperador como hijo de dios y al perder a su rey quedaron desorientados; además los incas, tenían varios pueblos sometidos a su imperio, quienes al principio vieron en los españoles la salvación y se aliaron a los colonos, los que con falsas promesas de libertad, se aseguraron el éxito ante los incas.
Entre los conquistadores que arribaron a América en busca del fantástico sueño de “El Dorado”, estaban Diego de Almagro y Francisco Pizarro; éste último, entre las muchas travesías logró en 1532 conquistar el imperio incaico en Cajamarca y en 1533 tomó el Cuzco.
El Inca Atahuallpa fue apresado por los españoles, pensó que su libertad era posible al haber encontrado la debilidad del español: la codicia, por lo que ofreció un cuarto lleno de piezas de oro y dos veces el monto en plata, creyendo que con eso los invasores volverían a su tierra, ni se imaginaba que lo condenarían a morir en la hoguera acusado de traición.
Los incas trataron de enfrentar con piedras candentes, palos y corazas de algodón, el avance del español, quien aventajado de espadas, arcabuces, armaduras y caballos resistía fieramente los ataques de los indígenas.
Así, la invasión persistió hasta la creación del Virreinato del Perú sobre todo el territorio incaico, arrastrando una serie de peleas internas entre los españoles, quienes ambiciosos de las riquezas encontradas se enfrentaban unos a otros, hasta que llegó el Virrey Francisco de Toledo en 1569 a poner orden en la consolidada Audiencia de Charcas.
PRIMERA ETAPA DE EXPLOTACIÓN MINERA
Una vez sentado el dominio español sobre las posesiones mineras del imperio incaico, continuó la explotación en las minas, primero en las minas de Porco y luego en el Cerro Rico de Potosí, pero esta vez en beneficio de la Corona Española.
La historia hace suponer, la notable riqueza de los yacimientos de plata en estas minas, el mito del descubrimiento del Cerro Rico por el indio Diego Huallpa, también nos da la idea de que el rico mineral se encontraba a flor de tierra y en su forma más pura.
Muchos documentos son testimonio de la gran riqueza argentífera del famoso Sumaj Orcko, rey de los montes y envidia de los Reyes.
Tal cantidad de riqueza aparentemente era de fácil explotación, quizás por esta razón, el trabajo de explotación de la plata se continuó realizando con una tecnología artesanal local muy simple, utilizando para el beneficio del metal la Huayrachina.
La Huayrachina, era una especie de horno cilíndrico vertical de fundición muy pequeño, el cual era alimentado con combustible natural en base a excremento de llama, arbustos de la zona como la yareta, la tola, paja, etc. Para alcanzar la temperatura necesaria de fundición de la plata, tenía muchos orificios por delante y parte trasera que permitían el cruce del fuerte viento de los andes, avivando el fuego y derritiendo la plata para obtener el metal en un recipiente cerámico en la base de dicho horno.
Para hacernos una idea de la gran explotación de plata en las minas de Potosí, citaremos algunos pasajes históricos; Luis Capoche cuenta que en 1585 doce años después de las reformas de Toledo, enumeró todavía unas 6497 Huayrachinas, la mayoría de ellas abandonadas.
Según Diego de Ocaña, que estuvo en Potosí en 1600, algunas Huayrachinas seguían funcionando, pero esta vez en manos de mujeres que aprovechaban para fundir el metal hurtado por sus esposos.
Pero nada es eterno, es así que en 1572 los datos muestran una profunda crisis minera en Potosí, a la que el Virrey Toledo puso una solución implementando varias reformas, empezando una trágica historia para los mitayos.
SEGUNDA ETAPA DE EXPLOTACIÓN
La caída de la producción de plata en Potosí, correspondía a que el mineral de alta ley se había agotado, el mineral de baja ley era imposible fundir mediante el sistema de la Huayrachina.
La extracción de la plata se hacía cada vez más difícil y las minas se hacían más profundas, este problema solo se pudo solucionar con el reclutamiento forzoso de grandes contingentes de mano de obra adicional.
Por esta razón en 1573 el Virrey Toledo implantó una serie de reformas mineras para lograr un nuevo repunte en la explotación de la plata gracias a la captación obligatoria de mano de obra y una transformación de la tecnología de la industria minera.
La captación de mano de obra lo consiguió instaurando la Mita Minera, que consistía en un servicio obligatorio, aunque no de esclavitud ya que se trataba de un trabajo periódico y remunerado, esta forma de trabajo duro, permaneció de manera eficiente por más de un siglo, donde si bien alcanzó un repunte en la explotación minera, también produjo un gran descenso demográfico por el maltrato y explotación abusiva a los mitayos.
La transformación tecnológica fue toda una revolución industrial, con la introducción del sistema de amalgamación inventado en México por el metalurgista español Bartolomé de Medina.
Este sistema exigía que el mineral fuese molido y luego concentrado mediante la amalgama con azogue (mercurio) para poder ser finalmente fundido.
Para esto se realizó grandes inversiones en infraestructura, por ejemplo, para la molienda de los minerales, que anteriormente se realizaba de forma manual con ayuda de quimbaletes de piedra, se construyeron unos morteros activados por energía hidráulica.
La gran necesidad de agua para el funcionamiento de los morteros y en sí de todo el trabajo que tenía que desarrollarse en los ingenios, derivó en la construcción de una serie de represas en la cordillera del Kari kari. En 1621 ya existían 32 lagunas interconectadas que desembocaban en un rio que pasaba por las faldas del gran Sumaj Orcko llamado “Río de la Ribera”, donde se construyeron una seguidilla de ingenios para la molienda y concentración por azogue del mineral extraído del Cerro Rico.
El mercurio o azogue era traído principalmente de Huancavélica (Perú), pero también de Almadén (España) e Idrija (Slovenia).
De esta manera el trabajo pasó de una etapa artesanal a una escala industrial y la vida de los mitayos por el trabajo duro se convirtió en una pesadilla.
LA MITA MINERA INTRODUCIDA POR EL VIRREY TOLEDO
Debido a la gran necesidad de mano de obra para la explotación minera, el Virrey Francisco Toledo, realizó una serie de reformas para levantar la producción que había decaído debido al agotamiento del mineral de alta ley.
Una de estas reformas fue la recuperación de la Mita, ya existente desde periodos precolombinos, pero esta vez al servicio de la Corona y transformada en Mita minera, cambiando totalmente el sentido de la misma.
El virrey determinó que la séptima parte de la población originaria masculina comprendida entre 18 y 50 años, esté sometida a la obligación de ir a trabajar por un año a las minas de Potosí, o sea, el mitayo debía ir cada siete años a cumplir la ita.
Aunque años más tarde con la gran necesidad de mano de obra, la mita se realizaba en periodos más cortos y los jóvenes eran reclutados desde los catorce años si estos se hacían de mujer, para lo cual muchas veces eran inducidos en las fiestas en medio de borracheras.
Esta determinación fue aplicada a los 139 pueblos pertenecientes a las 16 provincias situadas en todo el altiplano y región andina: Chichas, Porco, Chayanta, Cochabamba, Paria, Carangas, Sicasica, Pacajes, Omasuyos, Chucuito, Paucarcolla, Lampa, Asángaro y Asillo, Canas y Canches, Quispicanches y finalmente Condesuyos.
Para esta empresa el Virrey nombró Capitanes de mita, uno por provincia y un Capitán Mayor apoyado por 16 alcaldes cañaris.
Los contingentes de mitayos acompañados de sus familiares hacían un estimado de 40.000 personas, por lo cual para no generar un caos se les designaron fechas de llegada a Potosí a cada provincia.
Según las ordenanzas, los mitayos debían salir confesados y comulgados de sus pueblos, quienes eran despedidos en un acto solemne y muy triste, acompañados de los ayarichis (instrumentos musicales para los ritos fúnebres), es decir, eran despedidos con lastimoso llanto como lo harían por un difunto.
“Vamos a Potosí a servir al rey, pues en su nombre nos lo mandan estos crueles españoles, que si su majestad no estuviera tan lejos oyera nuestros lamentos y se apiadara de nuestras lágrimas” (Arzáns de Orsua y Vela).
Así se daba inicio a una peregrinación de dimensiones gigantescas por las distancias recorridas y la cantidad de gente trasladada a una escala inaudita, Luis Capoche lo resume de esta manera: y estaban los caminos cubiertos de gente que parecía que se mudaba el reino entero…
El viaje hasta la ciudad de Potosí suponía un sacrificio muy grande, duraba más o menos dos meses y en el transcurso del viaje con sus esposas e hijos, tuvieron que padecer enfermedades y las inclemencias del tiempo, que causaban un gran porcentaje de muertes.
TRABAJO EN LA MITA MINERA
Una vez terminada la travesía de llegar a Potosí, los mitayos eran acomodados en unos rancheríos a las faldas del Cerro Rico.
Para el trabajo propiamente dicho eran reclutados en la “Cancha del Guayna”, un cerro más pequeño a las faldas del Sumaj Orcko, allí eran divididos en tres grupos: los que trabajaban en la mina, que se les pagaba 3 ½ reales; los que se ocupaban del traslado del mineral de la mina hacia los ingenios para lo cual usaban las llamas de carga, que recibían 3 reales y los que trabajaban en los ingenios que ganaban 2 reales y 3 cuartillos.
Los mitayos trabajaban seis días de la semana, de lunes a sábado y descansaban el domingo día del Señor. Sin embargo, se les pagaba solo de cinco días pues el lunes se perdía en la organización y reunión de los mitayos que eran entre ocho a diez mil en las Canchas del Guayna, que eran como corrales divididos por naciones.
En estas canchas, los lunes se realizaba el pago de los mitayos salientes y se enteraban los mitayos de la semana entrante, también se castigaban a los mitayos incumplidos, eran azotados atados desnudos sobre una llama a la vista de todos o colgados de los cabellos.
El trabajo en las minas comenzaba el lunes por la tarde y no volvían a bajar hasta el sábado por la noche.
El Punku o supervisor de la mina les proporcionaba a los mitayos, velas a razón de dos por día o por noche, en sus q’ipis (bultos) los mitayos se llevaban coca y alimentos que debía durarles hasta el miércoles donde sus esposas tenían permiso para aprovisionarles de alimentos y de paso recoger el rico mineral hurtado por sus esposos.
En interior mina, los barreteros eran encargados de hacer caer el mineral en grandes trozos de roca, estas rocas las partían a golpes en pedazos más pequeños los brociris y una vez broceado el mineral era arrastrado hasta la bocamina, donde el apiri lo recogía para llevarlo hasta las canchas y se controlaba toda la producción.
Este trabajo del apiri fue absorbido por los cumuris que con sus llamas realizaban el traslado del mineral a las canchas, a quienes se les pagaba por cada carga que remitían al ingenio.
El trabajo en los ingenios era impulsado por el agua de las lagunas y solo paraban en época de sequía, el agua accionaba una rueda que hacía funcionar un mortero para moler el mineral, el cual era alimentado por lo menos por cinco serviris o mortiris, que echaban el mineral debajo del mortero, luego el cedacero con ayuda de una malla cernía el mineral finamente molido para luego echarlo a unos cajones donde se mezclaba con agua, sal y azogue, allí el repasiri se encargaba de remover y mezclar el mineral con ayuda de un azadón para facilitar el proceso de amalgamación, que después el golpeador se encargaba de apretar la pella(concentrado de plata y azogue) en un molde para desazogarla y finalmente el horneador se encargaba de fundir en el horno.
EL MERCADO DEL GATO
El jueves en la Villa de Potosí, el Gato del metal empezaba a animarse. De la palabra qatu (mercado en quechua), el gato era el lugar de compra y venta de los metales “hurtados” por los mitayos en el Cerro.
Las ventas se realizaban especialmente los jueves viernes y sábado. Junto con la venta de coca traída por comerciantes del Cuzco, un aproximado de quinientas personas ofrecía el metal robado de las minas, en su mayoría las vendedoras eran mujeres.
La costumbre del hurto y la venta de minerales por parte de mitayos o mingados, fue siempre tolerada, e inclusive respaldada por Cédula Real emitida en el Prado, el primero de diciembre de 1596:
El rey ha sido informado que los indios que se reparten para el beneficio de los metales de Potosí (mitayos) y los que de su voluntad se alquilan (mingas), sacan metales hurtados, que son la flor de los otros metales, y los llevan a vender a la plaza que llaman el Gato y los compran los mineros para beneficiarlos; “esto se permite porque si a los indios se les quitara esta ganancia no trabajarían con voluntad”. S. Zavala
El sábado era el último día de trabajo de la semana, y en previsión del domingo de descanso, les hacían doblar el turno trabajando el sábado día y noche quedando de esta manera totalmente agotados.
El domingo de descanso, debían asistir a misa a sus parroquias respectivas, muchos de ellos somnolientos todavía por el cansancio del sábado y uno que otro borracho. Luego de la misa, los mitayos recibían su paga y gastaban el dinero en sendas borracheras colectivas.
Y desde el sábado en la noche hasta el lunes a medio día, no dejan de beber, agrupados en ayllus con un tamboril en medio y haciendo una rueda agarrados de la mano danzan los indios e indias hasta que se acaba la chicha y su plata y quedan borrachos ellas y ellos como puercos por aquellos suelos. Diego de Ocaña
No cabe duda de que la mayor riqueza explotada por los españoles, no fue la plata, sino la gran cantidad de mano de obra exprimida de la forma más cruel de los mitayos, quienes fueron inducidos de muchas maneras a soportar un sistema colonial de dominación, explotación y opresión, en el cual fueron capaces de crear espacios de negociación sobreviviendo hasta nuestros días, pero en un mundo cambiado y transformado, sin valores, lleno de engaño y mentira.
“- ¿Caserita bien yapado me vas a dar ya?
-Si mamita, bien te voy a yapar pues, ¿pero de mi nomás vas a comprar ya?”. (panbolivia.con/md/dc)