In Extenso (PAN BOLIVIA) La Paz, por Karla Daniela Daza.- A lo largo de la historia de Bolivia los conflictos sociales se han convertido en una de las características principales de protesta de algunos grupos sociales, estas pueden ser por política, salud, vulneración de derechos, abuso de poder y otros que inciden en la vida de los ciudadanos.
Las marchas, huelgas de hambre y protestas de algunos sectores efectivamente obtienen resultados y en otros casos no, siendo una forma de mostrar su descontento o disconformidad en aquello que debería funcionar como el diálogo y la negociación, sin embargo es relegada en la mayoría de los casos y resulta nada eficaz.
El problema comienza desde la decisión que toman algunos sectores al momento de realizar marchas o protestas. En los conflictos sociales se puede notar la elevada participación de organizaciones colectivas y el elevado interés en la política por parte de los ciudadanos, que deriva en una participación muy activa de los bolivianos en lo que se ha venido a llamar la “política de calles” (Calderon y Szmukler, 2000).
Aunque parezca algo normal las protestas y las marchas de algunos sectores en el país, la violencia asociada a los conflictos es uno de los ocho tipos de violencia más dañinas en Bolivia. Es decir que se ejerce “legítimamente” desde el Estado para reprimir las movilizaciones sociales con el pretexto de cumplir la normativa legal y proteger derecho de circulación.
WEBER, DURKHEIM, PARSONS Y OLSON
Se podría considerar que las marchas o protestas en Bolivia por parte de algunos grupos son parte de la democracia que se vive en el país; con solo gritar su enojo por las calles y reclamar sus derechos ya se ha convertido en un acto de comunicar y solucionar los problemas. El objetivo de esta investigación es conocer del ¿por qué algunos sectores de bolivianos actúan como actúan, ante un conflicto social?
Para la sociología las marchas o protestas están determinadas por la decisión racional y por la acción colectiva de los grupos sociales de cada sociedad. Los individuos actúan conjuntamente en función de un mismo objetivo y esto no es solo un dato, sino un hecho que exige explicación.
Para poder comprender sobre el concepto de acción colectiva se debe mencionar a cuatro sociólogos que estudian este comportamiento social.
Mancur Olson quien hace mención en su libro The Logic of Collective Action (Olson, 1971 [1965]). Aborda cómo los individuos deciden sobre su participación en acciones de carácter colectivo a partir de un cálculo de costes y beneficios. Para Olson, los sujetos no cuentan con suficientes razones para actuar en pos de un interés común o grupal. De aquí surgen las conocidas aportaciones al estudio de la acción colectiva y la necesidad de incentivos selectivos de carácter individual, para propiciar la participación de los sujetos en este tipo de acciones.
La aproximación de Olson pretende, especificar en qué condiciones los individuos, llegan racionalmente a la acción colectiva. Por el contrario, hay que explicar, partiendo de que los diversos individuos tengan intereses en común. Por qué, cuándo o en qué condiciones pueden llegar a actuar conjuntamente en función de esos intereses.
Por otro lado, Weber considera que la acción colectiva es un sistema racional de normas, y relaciones donde prevalece el impulso emocional, la ruptura de las reglas cotidianas y la identificación afectiva con la acción. Durkheim nos habla de “estados de gran densidad moral”, de momentos de entusiasmo colectivo en los cuales el individuo se identifica con la sociedad y se eleva a un nivel superior de vida adhiriéndose a ideales generales. Es en estos momentos cuando se dan las grandes transformaciones sociales (Weber, 1968 y Durkheim, 1963).
Ambos autores coinciden en que la capacidad individual y la racionalidad de cada individuo están dominadas por la “psicología de la multitud” es decir que están manejadas por la emoción y la tendencia de imitación.
Y por último para Parsons menciona que “Las conductas colectivas derivan siempre de una situación de desequilibrio y de escasa funcionalidad en los procesos de integración del sistema social”. (Parsons, 1951, p. 7).
LA GUERRA DEL GAS Y EL 21F
Las marchas o protestas realizadas por los bolivianos siempre se han caracterizado por ser masivas y en algunos casos violentas. Según Campero en su libro Actores y dinámicas del conflicto en Bolivia. Afirma que “La violencia asociada a los conflictos es uno de los ocho tipos de violencia más dañinas en Bolivia, es decir que se ejerce “legítimamente” desde el estado para reprimir las movilizaciones sociales con el pretexto de cumplir la normativa legal y proteger el derecho de circulación” (2017, 19).
“En 1942 durante el gobierno del general Enrique Peñaranda, surgió una protesta por un grupo de trabajadores de la mina Siglo XX, en la localidad de Catavi, en el departamento de Potosí. Ellos reclamaban mejoras salarios. En respuesta el general Peñaranda manda matar a un grupo de mineros que eran liderados por una mujer de nombre María Barzola. A partir de la fecha y hasta el día de hoy todas las organizaciones sociales tienen como base la estructura de los sindicatos de los trabajadores mineros y su forma de organización mediante reuniones, asambleas, marchas de protesta, bloqueos de carreteras y otros” (Chamorro, 2017).
Un claro ejemplo de la violencia que existe en las marchas fue la “Guerra del gas”, momento que marco historia por el nivel de violencia y la huida del ex presidente Sánchez de Lozada. Donde las calles fueron el escenario principal del conflicto y el primer testigo de la molestia del pueblo, ante una situación económica que en el futuro podría haber afectado.
“…El Ejército salió a las calles y realizó una masacre contra civiles dejando como saldo más de 60 muertos y 400 heridos. Esto agudizó el conflicto, en la zona de Senkata se produjo el mayor enfrentamiento…”
Tras sufrir un cambio hegemónico con la llega del presidente Evo Morales, las expectativas estaban supuestamente dirigidas a la disminución de problemas sociales y la disminución de marchas o protestas por parte de los grupos sociales como cocaleros, mineros y afines al sector del MAS, sin embargo aparecieron otros grupos que profundizan las protestas en las calles, mostrando su descontento ante políticas implementadas.
“Se esperaba que con el inicio de una nueva época y bajo la guía de un gobierno representativo de los sectores sociales antes “excluidos”, los conflictos se podrían canalizar por la vía corporativa institucional: desde las bases de los movimientos sociales y los sectores bajo el paraguas del MAS-ISPS (Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos), hacia la cúpula del gobierno. Sin embargo, la dinámica social caracterizada por la protesta en las calles no se agotó ni debilitó” (Fundación Unir, 2012).
Pero el cambio que existió fue en la clase social de los grupos sociales. Ahora se ve a los de la “clase media” en las calles reclamando sus derechos constitucionales. Es por eso que el 21F es un ejemplo del quiebre que existió en las marchas y protestas en Bolivia.
“…Desde la política se ha asumido siempre que la clase media es conservadora, poco proclive al cambio y que tiene muy pocas posibilidades de movilizarse para propugnar propuestas o defender sus derechos y sus intereses. Pero a la vez, en virtud de su significación demográfica en el país, es la depositaria mayor de los valores democráticos y árbitro del destino electoral de candidatos, partidos y sus propuestas de presente y de futuro…” (Mesa, 2018).
Ambas situaciones coinciden el levantamiento del pueblo, ante un problema originado por el gobierno, afectando a la sociedad. La diferencia es el quiebre y cambio que existió en el tipo de marcha que se practicaba antes del gobierno del presidente Morales. Sin dejar de lado que las marchas para algunos grupos sociales, siguen siendo el pan de cada día de los bolivianos.
La incógnita de la participación de los ciudadanos en las marchas y las protestas no solo ha sido un punto de estudio para la sociología, sino también para las ciencias políticas.
CIENCIAS POLÍTICAS
Para las ciencias políticas existen tres teorías que buscan explicar la participación de los ciudadanos en marchas o protestas.
- Marginalidad y desafectación. –
Esta teoría sostiene que los individuos son parte de protestas, marchas o manifestaciones porque se sienten alejados o desafectados del sistema político porque éste no satisface sus expectativas. (Gurr, 1970).
Es decir que la participación de los ciudadanos en las marchas es una muestra de descontento y peligro hacia el sistema político. Logrando desafiar el sistema democrático.
- La protesta como recurso estratégico. –
La protesta es una parte de una forma de participación pragmática orientada hacia las causas y no necesariamente relacionada con los mecanismos formales de participación. “Más que quién participa, la pregunta que parece guiar esta aproximación parece ser para qué se participa en manifestaciones y protestas. (Platt, 2008).
- El contexto social de la protesta
La tercera aproximación teórica rechaza la idea de que la participación en protestas y manifestaciones pueda ser entendida mediante patrones y tendencias generales y hace hincapié en el carácter contextual de las protestas y manifestaciones.
Las manifestaciones difieren profundamente entre sí, y estas diferencias están marcadas principalmente por los objetivos que persiguen. Cada tipo de manifestación o protesta es distinto a los demás, y las motivaciones de los ciudadanos para participar de los mismos varían según la especificidad del evento.
OTRAS VARIABLES
Existen otras variables dependientes centrales en el estudio, la participación en protestas y el sentido de la participación de los ciudadanos.
Para poder encontrar nuevas variables se realizó encuestas a un sector de personas. Con 12 preguntas estratégicamente realizadas, para conocer la posición de las personas ante las marchas.
CONCLUSIÓN
Un análisis desde el punto de vista sociológico y las ciencias políticas. Se puede determinar que los bolivianos cuentan con un patrón de comportamiento basado en el pasado y es algo que se ha logrado arrastrar desde la Colonia hasta el presente. Generando un sistema de democracia y permitiendo a los bolivianos ser más partícipes desde las urnas hasta las marchas y protestas.
Las protestas son parte del vivir de sectores los bolivianos y dicha participación está basada en la decisión colectiva o personal que tiene cada individuo al momento de ser parte de algún grupo social.
La participación de los ciudadanos está determinada por el interés que tenga en cada situación social. Según los autores mencionados en la investigación existen distintos motivos para que un individuo sea parte de una marcha o protesta o en algunos casos prefiere no ser parte de las mismas. La participación puede ser por impulso emocional, por ser parte de un grupo social y que sea obligado a participar o por buscar un beneficio, como menciona Olson.
El determinar en un 100% del por qué el boliviano actúa como actúa ante un conflicto social es complicado, ya que grupos de ciudadanos son caóticos en su forma de actuar y no siguen un patrón determinado, para lograr entenderlo.
En todas las situaciones en las que se logró presenciar marchas o protestas, muy pocas son las personas conscientes de realizar estas actividades o porque realmente quieren defender alguna situación, es el caso de los empleados público que son manejados y obligados por los políticos para asistir a concentraciones del partido de gobierno. La mayoría de las personas lo hacen por obligación o dinero, y son contadas aquellas personas que lo hacen por convicción social o política.
El único cambio que se ha logrado notar al pasar los años fue el público que participa ahora de las marchas por defender sus derechos, claro sin dejar de lado las marchas tradicionales.
La clase media que virtualmente son la mayoría en el país, ha comenzado a adueñarse de las calles reclamando una situación en la que advierten que se violenta los derechos constitucionales. ¿Pero cuál es la diferencia?
Estas marchas no tienen como característica la violencia, violencia que se veía con los de la COB o FEJUVE en su momento. Se podría determinar que estas marchas son muy “finas” donde incluyen autos y bocinazos siendo el remplazo de los petardos y la violencia entre los mismos marchistas.
Pero esta situación no cambia el hecho de que uno o más sectores no están acostumbrados a solucionar los problemas por la vía del diálogo. La cultura conflictiva que tienen algunos sectores de los bolivianos no se podrá cambiar porque el diálogo aparentemente no es eficiente y si se dialoga es sobre la base de la conveniencia de quien quiere imponer sus ideas y no dentro lo racional o correcto, quizás no estamos acostumbrados y probablemente los antecedentes que nos precede sea la visión que tenemos de solucionar nuestros problemas, sin aún poder racionalizar mediante el diálogo de nuestros requerimientos sociales, posiciones políticas y otros criterios. En estas actitudes colectivas también inciden las mismas autoridades gubernamentales. (kd/mcs)