In Extenso (panbolivia.com) julio de 2020, La Paz. Fotografías Karla Daniela Daza.- Los espacios públicos como parques, plazas, canchas deportivas, teatros y todo referido a entretenimiento masivo quedaron en un cuarto intermedio y en silencio en la ciudad de La Paz.
En estos lugares tan solo pudieron advertirse el crecimiento de la vegetación ante el paso de unos cuantos ciudadanos que pasan de largo y en este aniversario paceño, pasará a la historia este julio de 2020 con esas características nada usuales
Los festejos por el aniversario del 211 del Grito libertario, transcurre en medio de este nuevo panorama de vida del paceño, en una ciudad acostumbrada a los espacios públicos como: parques y plazas para la actividad lúdica de los niños y mayores en otros casos para pasear o conversar, enamorar,
De esta cuarentena, hay que rescatar lo bueno y que las nuevas generaciones vivirán su futuro con la idea de haber ganado experiencia para enfrentar este tipo y otras pandemias que puedan presentarse en el futuro.
Tan solo el paseo de perros por las mañanas fue la peculiaridad en algunos espacios públicos de los barrios, venta en puestos móviles de alimentos en las plazas de los barrios, quizás sentarse unos minutos y evitar el contacto con el vecino a más de hablar a dos metros de distancias, y que la mayoría de los paceños lo entendieron.
Otros giraron por la mazana de su casa, estirando las piernas y tratando de sobrellevar el encierro, fumar un cigarrillo o salir a la tienda en horarios permitidos, intentando acostumbrarse a la nueva forma de vida.
El centro de la ciudad o Sede de Gobierno, fue más regular en los espacios públicos como la plaza Murillo que tuvo el mayor trajín, San Francisco, San Pedro, El Prado y por lo general casi restringido para la gente y vehículos.
Lo mismo ocurrió con la ciudad del Sur, que agrupa a más de cien barrios, donde las plazas, centros culturales, parques, quedaron en silencio, solo en la cuarentena flexible en algo se movió.
Los que más pegó de las medidas fue el distanciamiento social y los desinfectantes en bancos, tiendas, supermercados, aunque algunos comerciantes no quisieron cumplir en medio de limitaciones, ya que la gente decidió obviar ese tipo de compras.
Pero quienes salieron muy beneficiados con las calle y espacios públicos abandonados, fueron los vendedores ambulantes en vehículos que rondaban por los distintos barrios, ofreciendo todo tipo de alimentos entre medidas de bioseguridad, dándose modos para capitalizarse.