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In Extenso (panbolivia.com) julio de 2020, La Paz. Fotografías: Karla Daniela Daza.- Unos le llaman, efectivamente el Montículo, otros el mirador, parque de los enamorados y claro estos diferentes apelativos se debe a la belleza del lugar y bien conservado por la comuna y a mucho decir, debe ser una de las plazas más paradisiacas de la ciudad de La Paz.
El Montículo “Néstor Portocarrero”, es uno de los balcones más importantes de los paceños. Se encuentra ubicado a una cuadra de la Plaza España en la residencial zona de Sopocachi.
Desde ese lugar es posible apreciar la media ciudad, el desfiladero de edificios en el centro de la ciudad, la cordillera del Mururata entre medio las villas del Este, rematando en el Illimani, casi a lado la Muela del Diablo.
La construcción más llamativa es el portón de piedra, tallada en piedra que es el pase a un paisajismo de la misma plaza como de la ciudad. La historia revela que la talla fue hecha por 1776 con ornamentaciones barroco andino o mestizo muy característico de la época.
Mientras uno va ingresando revela otro monumento, la Fuente de Neptuno de 3 metros de altura e instalada en 1928 tallada en mármol blanco de Carrara, donde resaltan la presencia del dios griego de los mares quien se encuentra sobre un carro formado por conchas, tirado por dos caballos marinos con colas y aletas de pez. En el pasado la fuente estuvo situada en la plaza de armas, hoy Plaza Murillo, en la Gruta de Lourdes y en el paseo de la Alameda, hoy El Prado, hasta que su destino final fue en el lugar más icónico de los paceños.
La capilla de la Virgen de la Inmaculada Concepción o Capilla del Montículo, remata el ambiente y le da un ambiente sobrio, construida en piedra en honor al hallazgo de la figura intacta de la Virgen desaparecida en el deslizamiento de tierras 1538 y un incendio ocurrido en 1895.
En realidad, El Montículo fue construido sobre una de las colinas de la ciudad, desde allí se aprecian excelentes vistas de una mitad de la ciudad.
Este barrio paceño es el que aún conserva más que otros un ambiente humanista a diferencia del resto de los barrios que perdieron esa fisonomía arquitectónica a cambio de una modernidad.
Uno de los escritores conocidos describió de esta manera al Montículo en su momento, Jaime Saénz “Es este el más paceño de los parques, con ocultos vericuetos, con misteriosos senderos que suben y bajan y con una plazoleta circular, abierta a las montañas del sur, donde se ofrece el más imponente panorama que imaginarse pueda.”
En su momento también fue denominado el parque de los enamorados, cuya actividad sigue vigente, por ser un lugar casi oculto o separado de la rutina de la ciudad y sirve para verter hermosas palabras de amor.
Este lugar místico es la conservación moral del paceño que aún preserva su naturaleza de hermosos y gigantes árboles, contrastando con la arquitectura.