In Extenso (IE) FEBRERO DE 2017.- La Feria de la Alasita (cómprame) y del Ekeko de Bolivia, tiene sus orígenes en la cultura Tiwanacota, ya que la misma no es Q`eswa y menos Aymara, la misma se ha internacionalizado y se replican en el Perú, Argentina, Brasil, Europa y otros países, a donde los bolivianos llevan artesanías de miniaturas que elaboran cada año para la fiesta de la abundancia de un ídolo que provoca fantasías de bienes materiales e inmateriales, aunque en su origen se refería a la abundancia agrícola.
Hacer notar que la versión peruana, distorsiona totalmente la esencia de la historia y adopta otra versión nada cierta, acomodando de manera antojadiza, sin valorar y menos respetar el origen tiwanacota, convirtiéndola en una burda copia, sin sentido.
Las primeras referencias sobre éste idolillo, datan de 1.612 en la publicación de l. Bertonio, en su diccionario de la lengua aymara, y el enfoque del siglo xx del arq. Carlos Ponce, al que textualmente se refieren: “ecaco, i. thunnupa: nombre de uno de quien los indios antiguos cuentan muchas fábulas: y muchos aún en este tiempo las tienen por verdaderas: y assi sería bien procurar deshazer esta persuacion que tienen, por embuste del demonio”, “ecaco: hombre ingenioso que tiene muchas trasas”.
VISIÓN ANTROPOLÓGICA
El Ekeko es un ídolo, divinidad que representa a la naturaleza, figura con corcova que incide en los agentes de la naturaleza; venerada y muy respetada por los indígenas de Tiwanaku, conocido por ellos como el “Santo de los ladrones” (por dar con los ladrones). También se lo identifica como: “Apu” protector, custodio y anunciador del buen augurio y alertador de lo malo en el dominio de su espacio cultural, según el análisis de su contexto.
Una investigación de Diógenes Rodríguez Villafan y Diego Noriega Flores, evidencian que se circunscribe a los patrones culturales del período de Tiwanaku, época IV. Y el Período Inca: son figurillas antropomorfas gibosas, coinciden en su estructura física, siendo las variantes en algunos que son fálicos y en el detalle iconográfico en la parte cefálica y el instrumento en la mano; plasmadas en piedra y metal.
El primer idolillo del que se tiene referencia es la estatuilla de Tschudi, según Jhon Howland Rowe y el Dr. Carlos Ponce S.: se adquirió la estatuilla en Tiwanaku en 1.858 (se refiere a la Illa, foto), y no así, en Arequipa-Perú, como dicen los archivos del museo de Berna en donde fue depositada. Otros Ekekos líticos, fueron hallados casualmente en l.942 por los campesinos del lugar en su máximo descenso del nivel de las aguas del lago Titikaka, en la isla del sol, a orillas y en el interior del lago de una de las bahías de Kea o Pukara, las mismas que se encuentran en el Museo Nacional de Arqueología; (otro dato señala que se encontró en la bahía de Yumani, también en la Isla de Sol
La visión de las culturas andinas radica en su contexto social, geográfico, ecológico, basados en función del tiempo y espacio y Ekeko refleja estos parámetros.
La expresión ritual de este idolillo Prehispánico coincide con la época de lluvia o “jallupacha” y se manifiesta las cachuwas composiciones de los jóvenes para el inicio de la siembra y la “Anata”.
Simbolizan a los “Aapus” o dioses locales, protectores, benefactores de fertilidad y están asociados a los fenómenos como la lluvia, el trueno, el fuego y la tierra.
Esta dado en todo el proceso de invocación a los Achachilas y a los apus benefactores de los hombres realizando un sahumerio con incienso y alcohol a quienes nos proporcionan elementos para poder ser próspero en el futuro, pero no solo es el pedir, aspecto en una primera instancia; la ofrenda, también es el preparativo previo a la realización de la ofrenda, como parte de un proceso recíproco, que consiste en una kuach’ada, agradecimiento de antemano.
POPULAR
En el aspecto popular actual los dos momentos ya mencionados cambian en las apreciaciones que se tiene sobre la significación de lo recíproco.
RELIGIOSO
Toda relación con las divinidades es una relación religiosa, la fiesta del Ekeko a tratado de ser en una primera instancia acomodada por la iglesia católica a la veneración de santos católicos como ser santo Tomás o San Bartolomé (quienes según se dice visitaron las indias lo cual se le extiende a nuestro territorio). Vanos fueron los intentos pero el Ekeko asumió su propia forma, tal vez, el único logro de la visión occidental fue el de cambiar su apariencia, una forma más criolla, pero de igual forma esta fiesta es catalogada como una herejía por algunos de los religiosos más tradicionalistas. Pero a fuerza del empuje y de la creencia tuvo que ser aceptada por la iglesia católica, es más, es en la misma iglesia donde se bendice, todo lo que se ha comprado invocando al Ekeko para una mayor seguridad que se cumpla lo deseado plasmado en las miniaturas adquiridas, recurriendo a dos instancias en una religiosidad mestiza, es decir a lo autóctono y a lo occidental.
VISIÓN ARQUEOLÓGICA
Al Ekeko se lo considera como un ídolo y se le atribuye las siguientes características: Protector guardián, benefactor y reproductor de bienes materiales y espirituales. Consignada por su certeza y milenaria credibilidad. En consecuencia, adquiere su connotación e importancia en el contexto de la arqueología, que hoy es motivo de estudio.
Los materiales empleados en su elaboración son de dos tipos, no existen en otros cómo en cerámica y cobre:
Los líticos son de piedra volcánica o andesita, característica de los Andes de color gris verdoso y plomizo.
LOS DE METAL SON DE PLATA (argentífero).
Las formas en que se presentan estas estatuas y estatuillas difieren relativamente y corresponden a dos estilos la Tiwanacota correspondiente al Estado Regional; y el de la Cultura Inca. Y sus características de tipo están basadas en patrones culturales definidos:
Posición o postura.- Algunos adquieren la postura sedente con las piernas unidas, otras están de pie firmes, lo que los caracteriza es que son figuras fálicas; la cabeza sale directamente del torso.
Posición de los brazos.- El brazo izquierdo ubicada sobre la rodilla izquierda, los dedos con marcadas incisiones; en la mano derecha sostiene un objeto ovoide que denota ser una caracola; otros los brazos están en ángulos acomodados a los costados del cuerpo.
La giba, joroba o corcova de forma angular tallado con pronunciamiento hacia el centro; en algunos están pronunciados en la espalda como en el pecho.
Forma de la cabeza, lleva una banda cefálica con ranuras transversales; los ojos son de forma cuadrangular con ligeras curvaturas en los ángulos y dos incisiones alrededor.
Dimensiones unos tienen 45 cms de alto por 23 de ancho y 24 de espesor; otros de 33 mm de alto, por 14 milímetros de ancho y 16 de espesor.
ICONOGRAFÍA
Según los datos consultados, el único dato iconográfico que se presenta es el diseño en la banda cefálica, en el caso de la pieza lítica que muestra un diseño zoomorfo, es decir, una cabeza de puma invertida.
Las estatuillas con la representación del Ekeko, no llevan ningún tipo de diseño iconográfico, están desnudos. A más del gorro o tocado cuneiforme, donde se percibe cuatro incisiones en su entorno, tampoco presentan detalles iconográficos
CONTEXTUALIZACIÓN:
El contexto es la asociación de la cultura material, espiritual y su entorno (otros materiales arqueológicos, la ecología la geografía, etc.), son determinantes, los elementos de suma importancia en la exhumación de una pieza arqueológica. En el desarrollo de su proceso nos da a conocer con más especificidad la información que contiene en torno a la pieza encontrada.
GEOGRÁFICA
Los ejemplares líticos y los de plata respectivamente, fueron ubicados en el área circun-lacustre: los primeros de hallazgo subacuático, en el lago Titikaka, concretamente en la Isla del sol entre las bahía de Kea y Pukara.
El de plata ubicado en el sector de Tiwanaku, en el templo de Kalasasaya, encontrada en excavación en una perforación intrusa.
SOCIAL
A partir de la ubicación geográfica como punto de referencia, se puede establecer la función social de estas estatuas y estatuillas; correspondiendo a un contexto social ritual o religioso, por las características que presenta el resto de los dioses o wacas del sector del lago, como divinidades se los rendían infinidad de ritos y ceremonias.
LA ILLA
La Illa (actualmente conocido como Ekeko) es una escultura tiwanacota de piedra de 15,5 centímetros de altura y representa al dios de la abundancia. Fue robada de la población de Tiwanaku por el suizo Mojan Jacob von Tschudi en 1858, en 1929 su nieto la vendió al Museo de Historia de Berna y el 7 de noviembre de 2014, la figura volvió a Bolivia y actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Arqueología.
Los pobladores de esta región andina fueron y son hábiles artesanos que llegaron a una perfección de talla en la alfarería, platería, oro. En el tiempo de colonización española introdujeron otras figuras, fusionando su arte, convirtiéndose en populares y mostrando en la Feria de La Alasita, que ha trascendido nuestras fronteras, se celebra cada 24 de enero en la ciudad de La Paz y en otras fechas en los departamentos de Bolivia. Antes era un solo día de feria, ahora por el nivel comercial dura hasta febrero.
ORIGEN DE LA FERIA
El Origen de la feria, según algunos cronistas, se remontaría a los antiguos habitantes de Chuquiago Marca, cuando ya se realizaba una feria muy similar a la conocida actualmente. Otra versión nos refiere a los dramáticos días que vivió la ciudad de La Paz a consecuencia del cerco indígena a que sometida por los indígenas mandados por Túpac Catari, en el año 1781. Pacificada la rebelión con una bárbara represión, el brigadier español Sebastián Segurola.
Entonces Gobernador de La Paz, que había sometido a los indígenas, en acción de gracias a Nuestra Señora de La Paz, a cuya intercesión se atribuyó que la ciudad se librara del terrible cerco, dispuso para el 24 de enero de 1782 una serie de actos religiosos y festivos como consagración a la Virgen.
“Los mestizos e indígenas instalaron una feria artesanal en la que se ridiculizaba a los españoles, con la venta de objetos en miniatura: casas, personajes, muebles, víveres, enseres, vestidos y otros artículos, y la figura central de esta feria fue la aparición del “Ekeko”, un hombrecillo regordete, vestido a la usanza de los chapetones, además llevaba sobre sus espaldas infinidad de objetos pequeños, además de fumar un cigarro, de acuerdo a algunos cronistas, esta figura bonachona de cara sonrosada sería un remedo del Gobernador Sebastián Segurola, algo así como un comerciante ambulante, imagen que se conoce hoy por hoy”.
El adquirir las miniaturas, es como comprometerse o motivan a realizar el sueño en el futuro: tener una casa, vehículos, alimentos, construcción, matrimonio, conseguir pareja y otros deseos.
Las Alasitas tienen dos instancias, la antigua que nace como el Dios de la Abundancia en tiempo de cosechas y siembra, tiempo del periodo Tiwanacota y una segunda que se impone e implementa por mestizos e indígenas en el tiempo de la colonización y que dura hasta nuestros tiempos. (ad) panbolivia.com