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Las costumbres funerarias se desarrollaron en los diversos sitios del continente. Es posible que este tipo de entierros se hayan practicado durante la etapa incipiente, adquiriendo con el tiempo nuevas modalidades, como las de enterrar a los muertos en casonas adaptadas permaneciendo momificadas hasta el presente.
Es frecuente observar en esta clase de entierros las ofrendas fúnebres consistentes en pequeñas vasijas y escudillas, pero muy poco o casi nada ha quedado del vestido. Estas costumbres provienen de los estados superiores de las culturas paleo andinas, se distinguen así mismo por la utilización de cántaros como sarcófagos.
Estas verdaderas necrópolis, cuyos sepulcros construidos para desafiar los siglos, se mantienen todavía diseminados en nuestro territorio, aunque saqueados y semi destruidos. Debido a que toda la tradición del trabajo de piedra se originó en Tiahuanaco continuando como herencia cultural a través de los grupos étnicos de habla aymara, destacando entre ellos los collas.
Es poco probable que los inkas, realizarán construcciones de este tipo en área territorial del señor de Zapana del altiplano puneño.
Los mausoleos o chullpas construidos que se levantan por todo el altiplano, se diferencian por el material empleado (adobe) o el estilo de construcción. Existen pocos ejemplos realizados por los inkas en la ejecución de este tipo de construcciones, es este el caso del hallazgo de una tumba de piedra en la zona de Macaya; sector del Sajama, en la cual se puede apreciar una tipología de bóveda muy acabada y al estilo de las construcciones mayas en su conformación interior.
La bóveda falsa o por avance que corona a todos los tipos de chullperío, constituye una conquista tecnológica del mundo aymara; tal como se aprecia en el templo de Pilkokaina en la isla del Sol, donde se aprecia la bóveda falsa, técnica local que nunca utilizaron los inkas, aunque el estilo arquitectónico haya sido modificado con estilos típicos del Cuzco, también el frontis presenta la doble cruz cuadrada y pintura rupestre roja.
En el territorio boliviano, existen cientos de concentraciones de chullpares, la ubicación de los mismos coincide con los lugares donde se asentaron los señoríos aymaras: Canchis, Canas, Collas, Lupacas, Pacajes, Soras, Charcas, Carangas, Chuis, Caracaras, Lacas y Chichas— entre los años 1200 y 1450 d.C. Casi todos se ubican en las tierras altas de La Paz, Oruro y Potosí.
Los chullpares, a decir de los investigadores, siempre han tenido una función definida, albergar los cuerpos de los difuntos. Pero no de cualquier muerto, sino de los caciques regionales que a veces eran enterrados junto a sus esposas y concubinas. rc/md (panbolivia.com) La Paz. (Parte I)