In Extenso (PAN BOLIVIA) La Paz.- Un acto en conmemoración al sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho en Perú (1824), fue el inicio diplomático más evidente para animar a los mandatarios en 1974 de Chile y Bolivia a dialogar sobre el enclaustramiento de Bolivia desde 1879, que durante la Presidencia del presidente Hilarión Daza tuvo que sortear la invasión chilena y posterior defensa de nuestro territorios, esa fue la «guerra» para los usurpadores.
El entonces presidente de Bolivia, Hugo Banzer, puso en la palestra de incluir en la Declaración que dijera la voluntad regional por resolver su mediterraneidad y el encierro geográfico.
En esa ocasión y según escribió el Almirante chileno Patricio Carvajal Prado y Ministro de Relaciones Exteriores y principal negociador en el acuerdo, en su libro, Charaña: Un acuerdo entre Chile y Bolivia y el tercero en Discordia (refiriéndose a la negativa de Perú, sobre el corredor, aduciendo el tratado de 1929).
La propuesta chilena era la siguiente: “Al reafirmar el compromiso histórico de fortalecer cada vez más la unidad y solidaridad de nuestros pueblos prestamos la más amplia comprensión a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia, situación que debe demandar la consideración más atenta hacia entendimientos constructivos”.
Sin embargo antes de esta intención, ya había conversaciones preliminares sobre esta posibilidad, pero fue manifestada finalmente en un documento y aceptada por el gobierno de Chile en esa oportunidad presidente Augusto Pinochet, aunque fue la primera vez que nuestro país aceptaba que otros gobiernos regionales interfirieran en un tema de corte bilateral.
El contexto de las negociaciones sobre una salida al Mar (corredor) tuvo algunos aspectos que es bueno precisar como que en ese tiempo 1974 Chile tenía problemas geopolíticos en el norte, gobiernos dictatoriales y virtualmente un aislamiento internacional chileno, producto de un duro sistema político.
El “Abrazo de Charaña” como fue conocido en ese tiempo, tuvo como apariencia buscó generar un ambiente de «sinceridad» chileno-boliviana, pero en la realidad no sería lo que realmente estaba escrito.
CHARAÑA
El “Abrazo de Charaña”, fue el 8 de febrero de 1975, mediante un compromiso de reanudar las relaciones diplomáticas, Mientras que Chile debería presentar una propuesta para dar a Bolivia un acceso soberano al mar, que llegado el momento simplemente fueron anuncios en los más de cien años de promesas y explotación del enclaustramiento de Bolivia mediante la mercadería boliviana que atraviesa por territorio chileno, además de productos chilenos que hasta la fecha siguen ingresando legalmente e ilegalmente por la frontera, bajo el conocimiento se sus autoridades.
En base a las conversaciones preliminares con Chile que efectivamente fueron verbales, la propuesta boliviana entre los puntos más importantes fueron:
2.- Cesión a Bolivia de una costa marítima soberana entre la Línea de la Concordia y el límite del radio urbano de la ciudad de Arica. Esta costa deberá prolongarse con una faja territorial soberana desde dicha costa hasta la frontera boliviano-chilena, incluyendo la transferencia del ferrocarril Arica- La Paz.
3.- Cesión a Bolivia de un territorio soberano de 50 kilómetros de extensión a lo largo de la costa y 15 kilómetros de profundidad, en zonas apropiadas a determinarse, alternativamente, próximas a Iquique, Antofagasta o Pisagua.
El panorama se resume en una nota de respuesta Nº 686 del gobierno chileno, de 19 de diciembre de 1975, manifestando una contrapropuesta discutida por Augusto Pinochet y su gabinete que se resume en:
1.- Chile tenía interés en un entendimiento de mutua conveniencia que contemple los intereses de ambos países y que no contenga innovación alguna a las estipulaciones del Tratado de Paz, Amistad y Comercio, suscrito entre Chile y Bolivia el 20 de octubre de 2004.
2.- Chile expresa su voluntad de ceder a Bolivia una costa marítima soberana unida al territorio boliviano por una franja territorial de la misma naturaleza.
3.-La cesión comprende la zona marítima ubicada entre los paralelos de los puntos extremos del área que se trasferiría (mar territorial, zona económica y plataforma submarina).
4.- Chile recibiría en cambio una superficie compensatoria equivalente al menos al área de tierra y mar cedida a Bolivia.
5.-El gobierno de Bolivia autorizaría a Chile a UTILIZAR LA TOTALIDAD DE LAS AGUAS DEL RÍO LAUCA.
6.- El territorio cedido por Chile sería zona desmilitarizada y el gobierno boliviano se obligaría a obtener garantía expresa de la OEA respecto de la inviolabilidad de la franja territorial cedida (Como garante).
La contrapropuesta Chile no fue del agrado del entonces General Hugo Banzer, aunque ya se había avanzado en algo, antes del encuentro de Charaña, pero ya andaba “cojeando” la propuesta inicial.
Si bien ambas propuestas reflejaban una cierto avance diplomático internacional, pero para que funcione era necesario la consulta al gobierno peruano, vecino país que según lo estipulado en el Tratado de 1929, es el ratificador de cualquier traspaso territorial por la región planteada (Tratado vigente), pero que no perjudicara su territorio.
Los peruanos solicitaron encaminar conversaciones bilaterales entre Chile y Perú para recopilar antecedentes acerca de lo negociado por Chile y Bolivia, y de este modo asumir su postura sobre el tema.
Perú dilató su pronunciamiento, arguyendo la inexistencia de una propuesta concreta por la cual decidirse, dilapidando las aspiraciones marítimas bolivianas en el gobierno de Banzer. El 29 de septiembre de 1977 el Canciller peruano, José de la Puente, sostuvo ante la ONU lo siguiente:
Nosotros entendemos que, en estricta lógica, para que el Perú considere la posibilidad de su consentimiento tiene que tener a la vista una base de acuerdo entre Bolivia y Chile que hasta el momento no ha sido alcanzada. Cuando ello se logre, se establecerán los contactos del Perú con Chile sobre la materia, a fin de llegar al acuerdo previo entre ambas partes previsto en el Protocolo Complementario de 1929*.
Al no explicitarse tácitamente una aprobación a las negociaciones encaminadas por Chile y Bolivia desde el Perú, el efecto inmediato debilitó las relaciones bilaterales entre los generales Augusto Pinochet y Hugo Banzer.
La Paz responsabilizó directamente a los chilenos en el fracaso de las negociaciones para acceder finalmente al mar y el Ministerio de Relaciones Exteriores boliviano emitió un comunicado el 17 de marzo de 1978, sosteniendo que:
“En estos tres años, el gobierno de Chile ha mantenido sin ánimo alguno de flexibilidad todos los condicionamientos del documento del 19 de diciembre de 1975, con el que respondió a nuestro planteamiento original, lo cual no solamente contradice la naturaleza de cualquier proceso de negociación, sino que descarta toda posibilidad de arreglo. Las gestiones confidenciales realizadas por el señor Willy Vargas dan la evidencia, además, de que el gobierno de Chile ha abandonado el compromiso esencial que justificó la reapertura del diálogo, que fundamentalmente buscaba nuestro retorno directo al mar”.
PERÚ SE OPONE
El 19 de diciembre de 1975, el ministro de Relaciones Exteriores chileno Almirante Patricio Carvajal Prado, respondió que aceptaba entrar en negociaciones con Bolivia con el fin de “alcanzar una solución adecuada, total y definitiva a la mediterraneidad de Bolivia”. Además, Carvajal indicó que las negociaciones no alteraban lo establecido por el tratado de 1904 y que la propuesta era de cesión del corredor, descartando cualquier cesión de algún enclave hacia el sur pues afectaría la continuidad del país.
Carvajal señaló que el corredor estaría configurado por el territorio enmarcado por el límite entre Chile y Perú por el norte y un límite por el sur definido.
FRACASO DEL ACUERDO
Perú, que debió ser consultado según las condiciones del Tratado de Lima de 1929, rechazó la fórmula, proponiendo un Estatuto Trinacional para los territorios ofrecidos por Chile, algo que tanto Bolivia como Chile rechazaron. Finalmente, el presidente boliviano Hugo Banzer rompió relaciones diplomáticas con Chile el 17 de marzo de 1978.
Los compromisos de Chile por más de 100 años no se pudieron concretar y tan solo fueron dilatorias, en otras palabras se hicieron la “burla”. Mientras que Perú se muestra un tanto indiferente o se opone en esa ocasión al corredor y ponen en evidencia relucir su falsa amistad e integradoras de la región sudamericana.
TRATADO DE LIMA (1929
“Los Gobiernos de Perú y de Chile no podrán, sin previo acuerdo entre ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los territorios que, en conformidad al Tratado de esta misma fecha, quedan bajo sus respectivas soberanías, ni podrán, sin ese requisito, construir, a través de ellos, nuevas líneas férreas internacionales». (ad/rp)