IN EXTENSO/LA PAZ.- En Villa Apaña, un barrio marcado por la vulnerabilidad, en una de las visitas de las autoridades al sector anunciaron que “Aquí el encamellonado no es suficiente,” decía el funcionario Municipal de Resiliencia, Juan Pablo Palma, mientras señalaba las huellas de erosión que amenazaban cada hogar.
Los técnicos y los vecinos caminaban juntos, iluminados por la urgencia de un problema que crece y por lo que es necesario hacer algunos trabajos en el sector; esas aguas servidas que fluyen, sin más, desde las casas hasta el río, dejando un rastro de contaminación y peligro.
“Lo que lleva el agua es un desastre,” se quejaba un vecino, señalando el área afectada. “El caudal es tan fuerte cuando llueve que arrastra todo a su paso”, dice. Las palabras eran solo un eco de la frustración acumulada, pero también de la esperanza de que la intervención del alcalde traiga consigo un cambio. El temor a la llegada de un deslizamiento era palpable, y cada mirada hacia la ladera erguida se llenaba de preocupación.
El itinerario llevó al grupo desde la parte alta de Villa Apaña, pasando la Avenida 63 de Chasquipampa. Cada paso revelaba no solo los esfuerzos de la autoridad, sino también las contradicciones de una comunidad que lucha contra la inclemencia del tiempo y contra la falta de conciencia de algunos de sus propios habitantes.
«La construcción sin permiso es un problema constante,» señalaba el edil, con la voz cargada de una indignación contenida. “Este terreno se ha convertido en tierra de nadie, donde algunos se arriesgan sin pensar en las consecuencias.”
Los testimonios de los vecinos salpicaban la crónica del lugar. «Desde mi casa se ha caído todo,» decía uno de ellos, mientras mostraba la ladera desmoronada. “La gente llega con volquetas, descarga tierra sin control, y eso nos afecta a todos”. La preocupación y el desencanto se manifestaban en cada frase, enfatizando el claro conflicto entre la comunidad responsable y la irresponsable.
“No basta con embovedar; las personas piensan que esto es un pasaporte para edificar sobre la bóveda,” advertía un ingeniero que acompañaba la visita. Mientras el grupo se adentraba en los rincones sombríos del barrio, quedaba claro que la situación era más compleja de lo que parecía. La negligencia y la falta de regulación complicaban las intervenciones necesarias, haciendo difícil una solución holística que pudiera proteger a todos.
El paisaje era una mezcla de belleza y tragedia. Residuos, lodo, y un discurso lleno de esperanzas rotas se entrelazaban en la narrativa de la comunidad. “Todo esto es un pantano; lo que hoy es un hogar podría convertirse en un rastro de desconsuelo,” sostuvo el alcalde paceño Iván Arias. PAN Noticias/amun.