“Se manifiesta como producto de la mítica prehispánica y del sincretismo religioso, asimilado por el misticismo nativo-criollo. Se le atribuye como génesis de estas expresiones a las prácticas desarrolladas en las zonas mineras de Oruro y Potosí, durante el siglo XVIII. Esta simbiosis, dio como resultado al “diablo”, como personaje central de la diablada, elaborados por el imaginario de los artesanos populares bolivianos y en su contexto local que refleja objetivamente una figura muy peculiar, distinto al diablo bíblico de cola y tridente de concepción subjetiva religiosa y es diferente al “Tío” de la cosmovisión religiosa del altiplano boliviano, que puede ser benefactor o maligno.
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Desde junio del 2001, se iniciaron las diferencias de la diablada entre Bolivia y Perú, cuando las asociaciones culturales como la Franco Boliviana Wayra, Inka Extasis junto a otras nacionales, denunciaron la ejecución de la danza como propia del Perú, en el Festival latino de Disney Village en París, copiando sin ningún disimulo la música, trajes y la misma coreografía boliviana, aún pero sin marcar la originalidad de su región, por la cual, que fue puesta en tela de juicio el plagio que sufrió, sufre y al parecer continuará, la diablada de Oruro, en defensa o salvaguardia del patrimonio cultural, inmaterial e intangible.
Pero en agosto del 2009 y previa a la elección de Miss Mundo, el tema nuevamente salió a la palestra pública, cuando la reina del Perú, decidió lucir la vestimenta típica de la diablada de Oruro, bajo el argumento de que la misma era de Puno, (tratando de patentar a nivel internacional la famosa diablada boliviana, que por supuesto quedó mala parada) es muy posible que exista la adoración al diablo en esa ciudad peruana, seguramente con otras características, pero no precisamente con el mismo baile de Bolivia, lo que ha expuesta la reina, fue el plagio directo de la vestimenta, máscara, capa, pollerín y otras muy propias de la diablada de Oruro, aunque en la presentación la Miss, al parecer su intención fue impactar, pero ocurrió todo lo contrario, porque pasó como fantasma por la calle en el evento internacional, porque estaba claro que los organizadores y en todo el mundo saben y conocen que la diablada boliviana es del Carnaval de Oruro, como el Ekeko, el Charango que son de Bolivia y no peruano.
Sin embargo y pese a las manifestaciones, los peruanos pretenden hacer creer que la diablada boliviana es de ellos, realizando una burda copia tanto de los trajes como de la música, sin tomar en cuenta el origen y la originalidad de la vestimenta como de la coreografía y la propia historia bíblica que tiene la famosa y grandiosa diablada orureña, sin embargo no sólo son los peruanos interesados en adueñarse de una gran creación e imaginación de los artesanos nuestros, pues los chilenos también están en ese afán.
Un estudio hecho por el investigador Diógenes Rodríguez Villafan, indica que; expresiones como la diablada, generalmente conocidas como la danza de los diablos, se manifestaron y se manifiestan y seguirán manifestándose en cualquier punto de los hemisferios (comunidad, región, país, pueblos, empero, cada cual en su versión y expresión propia, original con sus connotaciones y características identitarias en un contexto sociocultural, basados en sus patrones culturales; bienes y valores culturales como los: religiosos, míticos, oficios ceremoniales, rituales populares); conocimientos y técnicas (científico, tradicional artístico, artesanal) objetos e instrumentos empleados en función del tiempo y el espacio.
Estos indicadores culturales determinan la originalidad y consecuentemente la identidad y el área o espacio de la comunidad cultural a la cual pertenece la obra o manifestación. Dignos de ser respetados con el país de origen, esto a fin de evitar, confusiones, plagios y apropiaciones indebidas por elementos inescrupulosos, que actúan ante la buena fe y aceptación de propios y extraños.
Debemos reconocer que los bolivianos fueron los que llevaron esta danza a los vecinos países, que sin ningún empacho, le cambiaron el nombre como el caso de los chilenos que la denominan “La Tirana”, que por supuesto no es siquiera la sombra de lo que es Oruro, sin embargo los mismos bolivianos debemos hacer respetar nuestras danzas en todo el mundo y revelar la actitud plagiadora de quienes desean apropiarse de la diablada y otras de la cultura boliviana, pues en la mayoría por cuestiones comerciales, en los casos mencionados.
En resumen la diablada es tan boliviana como las aguas del Silala y el Mar usurpado por los chilenos en 1879.
En este sentido, se podría dar algunos ejemplos sobre la danza de los diablos y del diablo de diferentes países latinoamericanos:
DIABLOS DANZANTES DE VENEZUELA
Están enraizadas en su cultura popular, tradicional; donde se evidencia la unión de la religiosidad popular, en la cual lo sagrado y profano forma una unidad que permite mezclar el rito con la fiesta y la devoción con lo mágico.
DATOS DE GUATEMALA
Es de injerencia colonial por imposición religiosa, adoptados al compás de su música, convicción que sí les pertenece y que tiene enorme diferencia al “Xixalba” del subsuelo, que no equivale exactamente al infierno bíblico, por más que fuera habitado por potencias del mal que se describen puntualmente en el Popol – Vuh.
DIABLO DE CAÑAR DEL ECUADOR
En su concepción, es la figura predominante de las creencias populares, no es meramente un préstamo cultural hispano. Estos coexisten conjuntamente a elementos de carácter indígena en su transformación y localización, Esto de acuerdo al análisis mítico Lévi – Straussiano.
LA DIABLADA DE BOLIVIA
La diablada boliviana, es una danza mimética o de imagen dramatizada, que tiene significado de una contienda entre el Arcangel San Miguel contra Lucifer, los satanases y los diablos, quienes actúan basados en los siete pecados, donde se puede advertir el triunfo del Arcangel San Miguel, sobresaliendo entre sus componentes como elementos de la mítica prehipánica al cóndor y al “jukuman” (oso andino), complementando el contexto andino.
El “Tío”: “Es el ídolo térreo de influencia poderosa a quien se le practica o venera un ritual en el carnaval y los primeros viernes de cada mes”.
Esta deidad del subsuelo muchas veces es confundida con el “Supay” que en quechua se traduce como el Diablo, Satanás, y Lucifer. Demonio o “Supayu” que en Aymara es igual a demonio.
Antiguamente decían Huahuari y hacía referencia al fantasma: Endemoniado, Demoñuelos o Diablillos de las danzas.
Es un dios benefactor de facciones antropomorfas elaboradas artesanalmente de arcilla por manos mitayas de acuerdo a su imaginación en el interior y exterior de las minas. En la cabeza sobresale unas protuberancias córneas, por lo general son de ojos grandes y sobresaltos, boquiabiertos para convidar la coca, el alcohol puro y el cigarrillo (kuyuna) todos los martes y viernes de casa semana, están desnudos y en una posición sedentaria, algunos son fálicos.
Realizan estos ritos a fin de que este ídolo les guíe en la faena para dar con la beta de los minerales, además, para evitar los accidentes o les agarre el “aiza” o derrumbe, pedir salud y bienestar económico.
Resultaría hipotético, afirmar que no existe o existieron los diablos en Puno (respetando sus propias manifestaciones).
Pero sí, es cuestionable y muy notorio el tratar de asimilar los elementos típicos (tipología) y patrones en cada uno de los aspectos que se analiza de manera comparativa; reflejando una imitación forzada en su improvisación, tomando en cuenta los preceptos o prototipos, donde se desarrolla la diablada. El predominio del color negro con diseños dorados no parecer ser un aval suficiente, para su justificación, siendo una mínima variación.
La difusión de la Diablada boliviana, efectivamente no se la puede restringir, porque es un Patrimonio de la Humanidad, siempre y cuando se enmarque en sus características y se anuncie la referencia o el derecho a cita correspondiente, afirmando que la Diablada es de Bolivia y no se inventen, además deben denotar el lugar de origen al igual que otros ídolos como el ekeko que es netamente de nuestro país desde la época de los tiwanacotas y no es peruano, tan sólo faltará que digan es chileno, argentino o tal vez ecuatoriano, brasileño, colombiano, de repente chino.
Tampoco cabe la historia de que antes como era Alto Perú entre Bolivia y Perú, pues las costumbres también de las divide, pero es una cuestión de región, porque nuestras tradiciones son muy propias del altiplano boliviano. La versión de que la diablada es de Puno con el mismo estilo de Oruro, es una falsedad y franca manipulación de la verdad, pues tratan de justificar de cualquier forma el plagio a la cultura boliviana a esto se suma, que en los últimos tiempos los chilenos intentan hacer creer al mundo que las aguas del Silala de la ciudad de Potosí, es de ese país, seguramente, desde épocas de los “Dinosaurios” vaya a saber uno.