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Luego de apreciar el mural rupestre en la cordillera, comenzamos a caminar y descender hacia el lago Titicaca, donde encontramos un desfiladero de rocas de todo tipo y forma, ahí nos sentimos diminutos ante la majestuosidad de la columna de piedras gigantes, donde anidan aves, insectos, animales silvestres, plantas en la parte superior e inferior de la montaña denominada Dragón Dormido que seguramente perdurará en el tiempo, y estábamos justo al pie.
Pues, fuimos a verificar el otro muro de pictogramas al frente del Lago Titicaca o mejor dicho al frente de la playa blanquecina del Lago y que la primera vez que la ubicamos todavía estaban visibles, pero lo interesante eran iguales a las que habíamos visto en la cordillera de Pintatani y que por ahora nos tocaba acampar en la playa, en medio de una fogata, donde los comunarios nos invitaron mate de cedrón por la noche para aliviar el frío y la humedad.
Acampamos en la playa de la población de Quilima del sagrado Lago Titicaca de los Tiwanaku e Incas y otras culturas milenarias para buscar un otro muro de pictogramas, que estaba ubicado en la parte de atrás de la montaña del Dragón Dormido.
Después de encontrar las primeras pinturas rupestres en la parte alta de la comunidad de Quilima del Dragón Dormido. Nos concentramos en el sector de la playa, para continuar la búsqueda de lo que fue un segundo lugar de esta riqueza cultural, pintada en las rocas, que están en el lecho de la montaña.
Existen los dos sectores, uno en la montaña, donde probablemente esta la población antigua, muy probable quechua, tenía mucha conexión con estas figuras, algo así, como demarcando su territorio, pero ambos sectores tenían su lugar entre los pobladores antiguos, lo que si no cambió son los sembradíos de oca, Tawri, papa, izaño, papaliza, pesca y otros, pero en medio del verdor de la temporada y de pronto se puede observar la gran variedad de flores.
Muy de madrugada en un ambiente fresco, ya que la misma humedad del lago Titicaca provoca no dormir más y con la idea de verificar un segundo mural rupestre, comenzamos la búsqueda.
En dirección sur, seguimos por el borde de la playa con la arena blanquecina en los pies, en medio de rocas gigantes, donde parece ser que el tiempo no habría pasado y menos movido algo desde su creación.
UBICACIÓN
Luego de haber caminado media hora, divisamos los pictogramas estaban a un costado de la playa, en un muro de piedra gigante y exactamente al borde de la montaña, tal cual nos habían descrito.
No estaba oculto, por el contrario, muy visible al paso de la playa, lo que es una belleza inigualable, pero expuestas a la intemperie.
Efectivamente se trata de un grupo de pinturas rupestres del mismo color rojizo de Pintatani, Seke Kollo o Chira Pata como la denominan los mismos comunarios, aunque más difusos que la primera vez que las habíamos encontrado, ya que estas estaban más pintarrajeadas y virtualmente a punto de desaparecer.
Las pinturas daban la impresión de haber sido remarcadas con pintura blanca, porque no era la textura original.
Se puede apreciar en este mural, algo así como una hormiga, oruga o quizás cien pies, lo más impresionante es que parece ser una persona que aparentemente está volando en el aire (personas aladas), similar imagen a las primeras encontradas, pero esta vez en color blanco. A lado alguien quiso inmortalizar su nombre, sin darse cuenta nuevamente del valor de los pictogramas, debido a que el mural no está resguardado y se encuentra al aire libre, por lo que corre el riesgo de desaparecer.
Expuesta al igual que las otras, por la lluvia, viento, humedad están a punto de borrarse las pinturas rupestres que seguramente podrían ser la historia de la comunidad de Quilima, aunque advierto que nos les interesa, pues la mayoría de la región ahora son habitantes de la cultura aymara.
A pocos metros de las pinturas rupestres, está un hermoso mirador de piedras gigantes con vista al Lago, donde se puede apreciar la perforación de un grillete, posiblemente para colocar fierro, suponemos, ya que tiene esa forma.
Ubicado muy estratégicamente las pinturas como el mirador de piedras dan el aspecto que probablemente haya sido algún centro de culto o religioso, el sector tiene fuerza visual y está distante de la comunidad bajo el ruido que provoca el lago Titicaca y en frente a flamencos rosados y muy ariscos. Estas aves vienen a anidar, con sus patas largas y cuidando sus crías, aprovechan las gigantes rocas para evitar ser vistas o molestadas.
Ya en el muro de pinturas, lamentablemente algunas personas inescrupulosas se dedicaron a pintar nombres personales y dedicatorias con pintura blanca en franco deterioro de los pictogramas.
Las pinturas, al margen de este salvajismo, debieron ser estudiadas, conservadas y quizás tratar de limpiarlas, aunque es necesaria la intervención de expertos en pinturas rupestres. A simple impresión, tienen un valor cultural muy fuerte para la región y los bolivianos.
LA POBLACIÓN DE QUILIMA
Advertimos que, entre los habitantes, existen muy pocos jóvenes que según comentan prefieren salir a la ciudad o viajar al exterior y solamente retornan o bien para la fiesta o cuando sus familiares están enfermos, sostiene Willy, que tímidamente conversa con nosotros, revela que él no vive en el sector de la playa, sino a lado de la montaña hacia la cordillera.
Explica que la única actividad es la agrícola y los que están cerca de la playa a la pesca y se tiene que pagar por ese derecho a la comunidad del sector, los demás se dedican a sembrar, Quinua, Tarwi, Haba, Papa, Mostacilla, arveja. Haba, papaliza y otros productos.
Agrega que hay muy pocas posibilidades de progreso, especialmente para estudiar y solo queda dedicarse a la agricultura, pero hay que estar permanentemente al cuidado de los sembradíos con mucho trabajo por hacer, dejando entrever que sería preferible vivir en la ciudad ya que, según reitera, existen mejores posibilidades de ganar dinero.
DOS VISIONES
Cuando uno observa desde la parte superior de la carretera hacia la parte baja de la playa se distingue la silueta del Dragón Dormido, advirtiendo la mano de la naturaleza que hace bellezas de la piedra, tierra, vegetación y de fondo el lago Titicaca, ya que la silueta está al borde de la playa.
De cerca se tiene otra impresión, pues visto de abajo la montaña, se pueden observar inmensos cañadones de piedras medio verduzcas, un tanto extrañas, ya que tienen incrustaciones cuadradas, rectangulares, redondas u otras formas, como si la piedra y esos peñascos en su momento habrían sido amasadas por seres gigantes.
ROCAS TAN PARTICULARES
En el Dragón Dormido se puede apreciar rocas muy singulares en la comunidad de Quilima, estas dan la impresión que para llegar a su lugar, tuvieron que rodar una gran distancia, son medias boleadas y no tienen casi aristas, pues las rocas medio verduzcas con incrustaciones blanquecinas y cuadradas.
Gran parte del Dragón Dormido está cubierto por este tipo de piedra e incluso el color se ajusta muy bien al nombre y aunque no pudimos subir aún al Dragón, dejamos pendiente por este día la escalada al cerro del Dragón Dormido para escudriñar lo que nos brinda en su forma natural.