In extenso (panbolivia.com) Cochabamba. Evitar el aluvión de la Cuenca de Tiquipaya, virtualmente no tiene solución y simplemente a los afectados se intenta apalear de sus necesidades y el problema no es de este año, sino viene desde hace décadas. Mientras que los residentes del sector bien conocen del asunto, y algo peor, ni siquiera se puede canalizar, siendo la única solución que los habitantes inmigren a otro sector de tierras más seguras.
La pendiente de la cuenca Tiquipaya hace imposible controlar, debido a que los cerros están ubicados en zigzag desde la parte superior, lo implica que el arrastre del lodo, piedras y agua es difícil detener y en consecuencia sale de la garganta y luego boca de las montañas en forma de abanico, expandiéndose a un playón en declive y donde erróneamente se construyeron viviendas. En su trayecto este inofensivo y engañoso río provoca un alud, arrastrando sedimentos de las varias montañas en la cordillera baja: lodo, piedras, agua y lava de la base de los cerros y viene en curva y contra curva, tomando una fuerza impresionante que nadie puede detener. Según los estudios de años y es de conocimiento de autoridades cochabambinas como residentes que contrariamente prefieren exponerse al peligro y cada vez que llueve duermen con un ojo o no duermen. Cuando ya debieron tomar la decisión de irse de la zona, aunque es una decisión muy dura.
Durante décadas la Cuenca Tiquipaya ha provocado una serie de inundaciones, riadas, muertes, destrucción de casas, puentes por el tremendo arrastre que efectúa cuando desborda. En realidad, es un río que se activa cuando existen lluvias y por le general y cuando esta calmado tiene una vertiente del grosor de un hilo de agua.
Hace años se pudo evidenciar que las construcciones en la zona fueron elevadas en el lecho del río y en muchos casos sin ninguna autorización, pues fueron los dueños de casas, quienes edificaron y luego intentaron legalizarlo.
La cuenca es un tanto peculiar, su caída o arrastre de sedimentos las expulsa en forma de abanico por ser muy elevadas las montañas y toma fuerza rio abajo y que llegado el momento arrastra lo que encuentra a su paso con lodo, agua, arrastre de piedras gigantes, grava, arena y aunque los ingenieros deseen canalizarlo o embovedarlo, ninguno podría garantizar que no ocurra otra desgracia a futuro.
Otra solución, podría ser que aplanen los cerros de la parte superior del cerro o hacer un dique e incluso esta última opción tampoco podría frenar la envestidas de este río, imposible de controlar y evitar que a futuro siga destruyendo u ocasionando problemas a los habitantes.
En el sector, donde construyeron, es donde sale o llega el sedimento en forma de abanico o campana. Según las declaraciones de algunos vecinos, exactamente saben del riesgo que corren. Algo más grave las construcciones de las viviendas están por debajo de la altura del río, ya que existe una pendiente, producto de las constantes riadas que en el pasado sucedieron.
Los antecedentes de desastre del río, no es de ahora, sino de hace años, pero que jamás fueron tomados en serio por los habitantes y las autoridades saben que no existen solución al asunto.
Los habitantes están entre perder la superficie del terreno o caso contrario sacarle alguna partida al estado de su mala inversión.
Los vecinos buscan responsables en el municipio, la gobernación y el mismo Estado y en realidad, nada tienen que ver el asunto. Entidades que no están en la capacidad de erogar tanto dinero y que llegado el momento no es su responsabilidad y menos de otras que colaboraron en el encauce del río. Pero si de los dueños de casa que pese a saber del peligro al cual están expuestos construyeron y reconstruyeron.
Efectivamente son hechos fortuitos de la naturaleza y que nadie puede garantizar que no vuelva a ocurrir otra riada y las autoridades lo que único que hacen es apalear las necesidades de los afectados y dentro pocos meses nuevamente estarán con otra riada. Sin embargo, esta zona en especial de Cochabamba es un peligro constante.
A FUTURO
El rio de la cuenca Tiquipaya de Cochabamba seguirá su curso en el futuro, pese a los defensivos que le pongan y tratar de evitar los desastres ya provocados en las viviendas que efectuaron varios propietarios, por alguna razón o muchas adquirió terrenos en el lecho del río y viven en zozobra, ya que el peligro y riesgo no fue despejado y sigue activo, por lo que se pudo observar.
“Nunca vayas en contra de la naturaleza” es la frase que se puede aplicar a la situación que pasan los vecinos colindantes al río Taquiña, viven en la incertidumbre y que muy probable nuevamente se active el río desde la zona alta.
Es un río silencioso y que cuando llueve se vuelve terrorífico, generando una fuerte riada y un desborde de agua, piedras, sedimentos, con graves consecuencias, pues hace poco dejó en su camino 5 muertos y más de 70 damnificados. El hecho marco duras huellas entre los habitantes, aunque lo irónico es que tan solo dos familias aceptaron ser relocalizadas y el resto negó esa posibilidad y contra viento y marea reconstruyeron sus viviendas y nuevamente están en problemas de nunca terminar.
EL SECTOR ES UN PELIGRO
Ningunas de las autoridades se anima a afirmar que el tema de la cuenca no tiene solución y que los propietarios deberían migrar a otras zonas. Los políticos maquillan la situación.
Aspecto que fue rechazado por la mayoría de los vecinos y que al final existe un documento consensuado con el municipio y en letra pequeña dice, en caso de ocurrir un nuevo desastre en el sector será de responsabilidad de los mismos vecinos y esta es una de las razones, posiblemente por las que los vecinos decidieron quedarse en el sector de Tiquipaya.
En la anterior gestión ya se les dijo que no podía seguir viviendo en el playón, pese a eso siguieron.
En 2018 el sub alcalde del Distrito 5, Gustavo Vargas no pudo justificar la insistente estadía de los vecinos y menos pronosticar el futuro, ya que la naturaleza no mostraba señales positivas, augurando que en el tiempo el mismo nuevamente provocaría más desastres, dicho y hecho. (entrevista realizada en octubre de 2018).
La autoridad, en aquella época, se limitó a explicar de las previsiones que asumen a la fecha, pero que las mismas no garantizan que no haya un otro desastre a futuro y menos evitarla, porque no sabe cómo viene y hasta donde llegará, por cuanto los mismos encargados viven en la duda al igual que los vecinos, que intentan sostener sus viviendas y recuperar el valor de su inversión, pero que como van las cosas, advierten que ya no es normal vivir en el sector. Mientras que las actuales autoridades llegarán a la misma conclusión de que no es posible detener la Cuenca Tiquipaya.
También en aquella ocasión la dirigente Isaura Cruz, del barrio de Molle Molle, afirmó que su sector estaba de acuerdo en ser trasladados a otro sector, pero que el resto y que la mayoría se resisten “por ello comenzaron a reconstruir sus viviendas” como desafiando al río y que llegado el momento se vuelve monstruoso y aparenta ser es un simple riachuelo inofensivo.
Otros vecinos se quejan de que las autoridades no hacen nada y que no dan soluciones y que no duermen cuando llueve, ya que están pendientes de una nueva riada y cuando se les preguntó del ¿por qué no se van de la zona? La respuesta es más económica que conservar su vida “alguien tiene que devolverme mi inversión de mi casa o caso contrario no me voy” afirman.
Y cuando se cuestiona del por qué construyeron en el lecho del rio y que estaba prohibido “así nos vendieron” supuestamente loteadores. kd/mdc.