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In Extenso (panbolivia.com) Julio de 2020, La Paz. Por Mario Daza Castellón. Habíamos acampado en la playa de la población de Quilima, donde pernoctamos y anoche antes con un agradable mate de Cedrón caliente en medio de una fogata en la boca de la cueva de los muertos, donde hicimos un recuento de nuestra estadía y lo más importante fueron las pinturas rupestres en la cordillera como en la playa y que las mismas están punto de desaparecer como ya lo hicieron sus antepasados y solo quedan ruinas de un hermoso lugar en el Lago Titicaca de La Paz, Bolivia.
La cueva está ubicada al frente de la playa de la población de Quilima, en el lado menor del Lago Titicaca, donde la agricultura es bondadosa con los habitantes y aunque no hay muchos jóvenes y solamente se quedan los abuelos, ya que los jóvenes se van a la ciudad en busca, seguramente de mejores días.
Esta primera cueva, es un cementerio de cadáveres (un cementerio antiguo) y donde los huesos se pueden ver, según cuentan los antepasados no optaban por hacer un cementerio, sino que los enterraban en estas cuevas y las cubrían con piedras gigantes que existen en la zona. La fogata se hace en este lugar por respeto a los antepasados para que soporten las frías noches, lo entendí de esa manera.
Despertamos seis de la madrugada, cuando el lago todavía estaba muy calmado y de repente el bullicio del agua comenzó, estaba dormido al igual que nosotros.
EN DIRECCIÓN A LA CUEVA
Con Fernando Siñani, luego de una merienda en la playa nos dirigimos investigar la parte de la cabeza del Dragón Dormido, donde hay una cueva, pero el gran desafió era subirla, ya que desde abajo se ve muy distante.
Nos fuimos por la playa, mientras los flamengos también desayunaban, aunque un tanto ariscos junto a sus crías.
Pasamos algunos sembradíos, como queriendo dividir la playa, ya que al parecer la parte de la cabeza corresponde a otra población Santiago de Okola, Sisa Sani y otras, pertenecientes a la provincia Camacho del departamento de La Paz.
Comenzamos a subir en terreno accidentado en medio de piedras y plantas como la K´hoa muy apreciada para hacer caldo de pescado, wira wira muy bueno para curar la tos y advertimos la presencia de las vizcachas (conejos de casilla) mimetizados entre las rocas gigantes.
EN EL CUELLO
Ubicados entre el cuello del Dragón Dormido, desde, donde se puede apreciar las vistas panorámicas de ambos pueblos, en un espectáculo inigualable. Se puede evidenciar el vuelo de las gaviotas, halcones de montaña, son más pequeños que de los de selva y nos siguieron hasta salir de la montaña, parecían los guardianes del lugar y de los eucaliptos.
En este lado de la montaña denominado Dragón Dormido, las piedras eran las normales que vemos en cualquier lugar, mientras en Quilima las rocas son medias verdes con incrustaciones blancas, plomas y más verdes.
A partir del cuello, comenzaron aparecer las plantas de Itapallu, que normalmente los antiguos solían utilizar para castigar a las personas que se portaban mal, ya que la misma tiene espinas diminutas, realmente insoportables, cuando les dan en la pierna o el cuerpo. Pero lo interesante del caso, es su flor, bella y con colores fantásticos que llaman la atención de los abejorros.
En la medida que subíamos el cerro, la pendiente era más alta y los halcones nos seguían de muy cerca y luego nos dimos cuenta estábamos yendo en dirección a sus nidos.
Luego de una serie de gambetas a la vegetación y rocas, finalmente estábamos cerca de la cueva, así le llaman los comunarios y claro es gigante ya estando dentro del mismo.
LA CUEVA
Aparenta ser una cueva, pero es tan solo un lugar donde la lluvia hizo su trabajo, en la parte superior existen rocas gigantes como techo y entre medio y los costados filtraciones de agua que gastaron con el tiempo el lugar y es como una boca, con arena de la piedra granito, fácil de que el agua se encargue de lavar. La cueva no es muy profunda, pero la vista es envidiable hacia el Lago Titicaca de los Tiwanaku luego de los Incas.
A la subida uno puede descansar en las cornisas de piedras gigantes, ya estando en el lugar la opinión cambia, porque uno queda admirado por el paisajismo natural que se impone ante cualquier construcción.
PIEDRAS GIGANTES
De ahí nos fuimos hacia el norte, por un costado del cerro, con una pendiente de piedras y vegetación que es aprovechada por las vizcachas que observan cada movimiento que hacemos, ya en la punta del cerro, en los más alto del Dragón Dormido, se puede ver una fila de piedras que dan la impresión de ser monolitos y de repente el halcón se paró a pocos metros de nosotros y claro fue fotografiado.
VELAS NEGRAS
Oservamos un altar con velas negras, Fernando dice que es para maldecir a alguien. Pero de ese lugar el pasaje era más que monumental en los 360 grados, se observa el infinito del lago, sembradíos, la cordillera, la carretera y otros.
RICAS UVAS
Antes nos habíamos deleitado con unas uvas silvestres dulces; negras, guindas que es la primera que veo y como con un sabor exquisito, sacamos las necesarias, porque los pájaros son lo que disfrutan también de esta fruta andina.
Pasamos por hileras de piedras que a la izquierda y derecha es vació, hasta que al final llegamos a la parte del cuerpo del Dragón, donde el cerro es más accesible para la caminata, ya que es lleno de eucaliptos, aunque nos pescó la lluvia y de bajada había más vizcachas.
Encontramos una otra cueva con huesos de humanos, que por cierto no se las puede tocar y menos sacarlas por respeto y memoria de quienes fueron enterrados en el lugar. Son varios los muertos que fueron depositados en las cuevas, pero que son sitios sagrados para los pobladores y también para nosotros.
EL CAMPANARIO
Descendiendo al sector oeste del cerro, nos encontramos con una pared de piedra gigante (parecía un dique) musgos y líquenes y el agua cae como vertiente y la humedad es constante. Metros más abajo el campanario.
Se trata de una piedra gigante que cuando la golpea repica el eco, el sonido es similar a una campaña entre agudos y chillones de ahí en más pasamos los sembradíos y ya estuvimos nuevamente en la cueva de los muertos y a pocos metros nuestro campamento y casi al medio día, unas comunarias nos invitaron papas cocidas frescas y huevo, fue el mejor almuerzo, como para volver de nuevo.
QUILIMA
Quilima tiene una pequeña población agrícola, algo más de 350 personas dedicados a la pesca, elaboración de chuño y tunta. Y siembran papa, oca, tarwi, izaño, arveja, haba, choclo y otros productos. Además de la cría de ovejas, vacas y gallinas.
Es conocida también como la isla y playas líticas más místicas que tiene el lago Titicaca. En su historia está que la Virgen de Copacabana pasó por el lugar y decidió ir a Copacabana, porque la región era muy pequeña. A cambio les dejo Virgen de Asunción, que es algo celosa, porque es soltera, pero igual de misericordiosa y milagrosa.
Cuentan con un templo al que bautizaron como Belén, y convirtieron a la Virgen de Asunción en su patrona. También cuentan sus habitantes que estuvo Tumupa, el dios que se hizo humano por el amor a una sirena del Titicaca, a la que contemplaba desde la Isla del Sol.
Las vistas impresionantes que regala del Lago Sagrado de los Tiwanaku luego los Incas, el lugar está en medio de leyendas y tradiciones conservadas por los residentes, convirtiéndola en algo místico.
El sentimiento de su gente, cuando realizan ritos, por ejemplo, es verdadero, con mucho sentido y originalidad.
La montaña hasta antes de 2002 se denominaba Quillin Collo (Cerro negro) porque su cima había quedado quemada por el fuego en el que los achachilas entregaban las ofrendas a las deidades. Pero por su fisonomía a la distancia que efectivamente parece un Dragón Dormido se la conoce de esa manera. Y fueron los alumnos de la escuela del lugar “Juan José Torres” que representaron la montaña en una maqueta y descubrieron que su forma era de un dragón dormido y lo bautizaron de esa manera.
En el cerro se encuentran piedras gigantes en las que incluso, se evidencian pinturas rupestres, chullpares y otros restos arqueológicos.
FOTOGRAFÍAS: PANBOLIVIA.